Desde que existe la pasta de dientes, los seres humanos hemos necesitado enjuagarnos la boca con agua para eliminar el producto de nuestras fauces. Hasta ahora las únicas formas de hacerlo eran con un vaso de agua o bien bajando la cabeza hasta el grifo (lo cual provocaba un insufrible dolor en las cervicales), también existía la posibilidad de ahuecar las dos manos haciendo un penoso receptáculo con el que recoger el agua y llevarla hasta nuestra boca. Estos sistemas de enjuague denigraban e insultaban a la inteligencia humana. Hasta ahora.

¡No aguantes más, amigo troglodita!, siempre pensaste que más tarde o más temprano alguien inventaría un artilugio, un objeto digno del nivel de desarrollo evolutivo que aparentemente hemos sufrido en estos últimos 100 años. Este invento tiene un nombre dinámico bajo la apariencia de un simple cepillo de dientes, se llama
Rinser Toothbrush.
El aspecto del
Rinser Toothbrush nos recuerda a un mero cepillo de dientes manual, pero va más allá de lo aparente. Este original cepillo posee bajo el cabezal un pequeño embudo conectado a un minúsculo orificio situado en la parte superior del mango. Este sistema diseñado por el ingeniero e inventor
Scott Amron consigue que al colocar el embudo bajo el grifo, el agua salga en forma de chorro, hacia arriba, lo necesario para que podamos enjuagarnos la boca como si lo hiciésemos en la fuente de un parque. Además el
Rinser Toothbrush posee unos cabezales de repuesto para cuando las cerdas se te hayan gastado.

Este invento me parece muy original, ya que satisface una función que todavía esta sin explotar y que puede dar mucho de sí. Sin embargo no lo considero del todo eficaz, ya que tienes que seguir bajando la cabeza, y haría falta abrir mucho el grifo para conseguir una presión que hiciese un chorro más o menos decente.
Cogiendo esta idea y mejorandola, se me ha ocurrido un sistema mucho más eficiente que consiga aprovechar considerablemente el agua. Trataría de una pequeña manguera incorporada en el mango del cepillo, que se conecta en la boca del grifo y canaliza el agua hasta el orificio, en vez de dejar caer el agua sobre el embudo. Con este sistema no haría falta agacharse nada y se aprovecharía mucho más la presión y el flujo del agua.
Pablo Arias
Fuentes: